7 días de septiembre es mi primera novela publicada, aunque ya había escrito otras anteriores, desde los 14 años. Es cierto que llevaba sin escribir muchos años, pero hubo un acontecimiento que me volvió a colocar en los raíles de la literatura. Un proyecto profesional, para el que pensaba que era el mejor candidato, no se concretó por razones ajenas a mí. Esta situación de deprimió un poco. Fue entonces cuando mi esposa me preguntó algo que me hizo volver a retomarlo todo: ¿Por qué no vuelves a escribir? Siempre fuiste feliz contando tus historias. Pues bien, ese fue el aldabonazo que me hizo plantearme volver. Pero aún existía una gran duda: sobre qué podría escribir.
Soy un enamorado de la Historia, y he leído mucho sobre la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Un día hicimos un viaje a Belchite, visitando las ruinas de Belchite Viejo. Este era mi segundo viaje. Al volver a reencontrarme con el horror de la guerra, me estremecí. La guía de aquella visita, Raquel, explicaba los acontecimientos con tal claridad, de una forma totalmente alejada del sectarismo al que estaba acostumbrado cuando escuchaba cosas de la guerra civil, que tomé nota de todo lo que decía. En la visita nocturna, que hice con mi mujer, mi hermana y mi cuñado, sentí algo muy especial, una especie de necesidad de contar las tremendas historias de dolor, lucha y sufrimiento que se vivieron allí. Fue como si alguna fuerza sobrenatural me impulsara a escribir esta novela.
Con la convicción de saber lo que tenía que hacer, recabé información sobre aquella batalla, escuché algunos testimonios y me hice una idea clara de lo que quería contar. Quise enfocar la novela como algo verídico, pero con la magia de la literatura, creando así una amalgama de ficción y realidad, donde no se sabe diferenciar muy bien la una de la otra.
Escribí la novela de un tirón; era como si una voz interior me fuera guiando por cada capítulo. Cuando la terminé, me sentí muy satisfecho por cómo había quedado, por el final redondo que creía haber conseguido. Cierto es que, como soy muy impulsivo, la publiqué por primera vez sin las correcciones necesarias, las cuales tuve que hacer posteriormente.
Mi sensación de haber escrito una buena novela me fue refrendada de forma increíble por la gente de Belchite. En la presentación de mi novela en el pueblo, mucha gente se emocionaba contándome que veían reflejados a sus familiares en la novela, que sentían una gran verdad en mi libro. Esas lágrimas de emoción de esas personas, (casi todas mayores ya), son la mayor recompensa que puedo tener como escritor.
Tras este comienzo, la invitación del Ayuntamiento al acto de Memoria y Paz 2025, obsequiando mi novela a los 70 homenajeados, fue una de las mayores emociones que he sentido nunca; como escritor, la mayor de todas.
Ahora, que veo las críticas de los lectores, sus palabras de ánimo y su apoyo, solo puedo sentirme seguro de que he escrito algo bueno.
Solo me queda daros las gracias a todos los que me leeis. Vuestros ánimos me impulsan a seguir escribiendo.